lunes, julio 05, 2010

InterRail 2010 vacaciones en tren. Viena – Austria (Parte III)

El palacio
Majestuoso
A la batalla
Santa Maria
Hacia la ilgesia
En la calle
Obstentosidad
La catedral
Desde Berna cogimos un tren dirección Ginebra para allí hacer un transbordo dirección Viena. Los trenes suizos son de los trenes más cómodos de Europa junto a los Alemanes pero este era del OBB austriaco. Técnicamente el tren no estaba mal en su segunda clase, asientos cómodos y con espacio, enchufe, bandeja… lo normal para este tipo de trenes de largo trayecto. Las 11 Horas de viaje hubieran pasado bien en pleno día si no hubiera sido que coincidimos con un colegio de niños austriacos chillando jugando y todo lo que puede llegar a hacer un niño normal en tren cuando va con sus amigos pero en alemán. Nuevamente el viaje lo salvaron las vistas y la ilusión que me hacía visitar Viena.
Llegamos a Viena sobre las 6 de la tarde.
Tenía dolor de cabeza a causa de una mezcla de los chillidos y gritos incomprensibles de unos escolares alemanes y el agobio de un viaje en tren de 11 horas…¿a quién no le dolería?. Mi compañero estaba cabreado y agobiado ya no solo por el trayecto en tren si no por las vistas que habíamos tenido de la ciudad hasta la llegada, la entrada hasta la estación West bahnhof pasa por una zona industrial, y la estación vieja, sucia y en plena renovación era algo penosa para una capital Europea y mi amigo odia las grandes metrópolis. Edu no me ayudó mucho en esta ocasión. Conseguí un mapa de la ciudad en la estación tras intercambiar señas y palabras en inglés con un austriaco bastante arico emplazado en el centro de un mostrador circular acristalado y sucio. Salimos de la estación discutiendo, y es que cuando se raya es imposible razonar con el, pero tuvimos suerte. Salimos al exterior, abrí el mapa y de nuevo algo que me resulto familiar, -Do you need help? Alguien nos ofrecía su ayuda, le preguntamos donde podíamos conseguir un sitio para dormir barato y nos indicó un hostel a 2 minutos de la estación, nuevamente estaba lleno. No se si al vernos con la mochila y la cara de cansados la gente se apenaba de nosotros allí donde íbamos pero fue dar dos pasos fuera del Hostel que nos había indicado aquel amable chico que nos volvieron a preguntar – Do you need hep? Yes :), 5 minutos a pie y ya teníamos habitación en hostal perteneciente a la cadena de Famous Hostels.
Si tuviera que definir la ciudad de Viena con una sola palabra sin lugar a dudas elegiría, ostentosa. Oro y plata, mármol y piedra erigen grandes construcciones por todo el centro histórico de la capital austriaca de varios kilómetros cuadrados, y es que al parecer a cada batalla que ganaban a cada nuevo territorio conquistado construían un nuevo palacio, o monumento impresionante, una autentica capital de lo que fue un gran imperio.
Desde West bahnhof Hasta el centro de Viena andando… lo adivináis? 30 minutos a pie, extraña coincidencia por tercera vez pero a diferencia de suiza ya nos advirtieron de que en Viena los revisores no se dejan ver, compramos un billete de un viaje y lo usamos todos los días de nuestra estancia.
Aquella tarde noche llovía y hacia frio pero eso no nos impidió recorrernos la ciudad de noche, hicimos una visita tranquila, ver monumentos y calles de noche ya que Viena es una ciudad muy segura en la orilla del rio del centro histórico. Nunca había estado en Viena ni tampoco en ninguna ciudad con tantos y tan espectaculares monumentos juntos. A cada paso, en cada calle que se deja descubrir en la oscuridad de la noche se erigían impresionantes palacios y sí, me vuelvo a repetir, ostentosas estatuas de emperadores a caballo o sentados en increíbles tronos rodeados por caballos alados, estatuas duradas en fuentes de mármol blanco…. Impresionante
Ya de día, con el mismo tiempo, frio y lluvia recorrimos esas calles de la noche anterior de dia, las luces eran diferentes y las estatuas y edificios parecían otros. En Viena cada edicficio cuenta una historia, cada construcción tiene algo que la hace diferente a la anterior; ministerios, cuarteles, museos, catedrales e iglesias o el mismo ayuntamiento son una obra maestra arquitectónica sin parangón. He de exceptuar la casa de Mozart que de todos los edificios del casco histórico el genio de la música eligió el más cutre de todos. De los muchos museos que hay en Viena nosotros visitamos dos, el museo imperial, en el que su cartel publicitario se podía leer: “We do not have Emperors but we have his jewels” a eso hay que añadirle la imagen del cartel una calavera chapada en oro y diamantes, no lo pensé ni un segundo, tenia que ver uno de esos palacios por dentro, increíble el lujo con el que vivía esa gente indescriptible. Fácil de ver, difícil de explicar, hay que verlo.
Al lado del zoológico de Viena y el acuario se encuentra el museo de los horrores, que podemos visitar por 6€, donde se exponen máquinas de tortura y todo tipo de artilugios extraños y macabramente bien pensados para torturar, atormentar, afligir, azotar, fustigar y otras muchas penalidades al ser humano, simplemente inhumano, es incomprensible lo retorcido que puede llegar a ser el ser humano. La noche en Viena es relativamente cara, es una ciudad de lujos y eso se puede ver en sus discotecas, cerca del museo de historia natural encontramos un Pacha, y en el trayecto entre el centro y la zona Oeste de la ciudad encontramos un sinfín de baretos y pequeñas discotecas, extrañamente cutres a simple vista con un extraño glamour en su conjunto, as en las que es una obligación habitual para todo el mundo, autóctonos y extranjeros ir como un pincel camisa, zapatos.. Welcome to Space, me recordó. El día siguiente por la mañana lo dedicamos a comprar regalos y algunas otras cosas que nos hacían falta y visitar algunos sitios que nos quedaron por ver, perdernos de nuevo por las calles vienesas y descubrir nuevos sitios bajo el cielo chispeante. Tuvimos suerte, estuvimos en el rodaje de una película durante un rato, viendo cámaras y actores, maquilladores, vestuario y la extraña sincronización que envuelve el ambiente tras la palabra Accion! Extrañamente aquel día los directores se echaron a la calle con sus proyectos por que también vimos como gravaban un anuncio de alguna colonia pleno centro de Viena y una sesión de fotos con una impresionante modelo como protagonista. This is Viena my friend. Ya tarde nos dirigimos a la orilla opuesta del rio, la otra Viena, una Viena con un toque más a ciudad moderna, más parecida a Barcelona o Múnich, una gran urbe en toda regla. No se puede estar en Viena sin subirse en su famosa noria roja que puedes ver en casi todas sus postales y portadas guías de viaje, y así lo hicimos. La noria se encuentra en un pequeño parque de atracciones, cerca del rio y se puede ver a lo lejos. En la entrada un pequeño museo de maquetas que te explica su historia. Las vistas desde esa enorme noria roja son impresionantes. Podemos ver las dos Vienas, la ostentosa Viena imperial, y la moderna entre comillas sucia urbe moderna. Aquel día nos fuimos a dormir pronto, al día siguiente nos esperaba Eslovaquia.
SI me he de quedar con un sitio, con mi pequeño rincón de Viena posiblemente elegirá la plaza del museo natural, con su gran estatua del antiguo emperador sentado en su trono con la mirada desafiante fijada en oriente. Si todo va bien volveré con más calma en un futuro

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